Una de las frases relacionadas con la gestión de residuos que seguro has escuchado en más de una ocasión es esa que dice: “no pasa nada por tirar ahí estos desechos porque es material biodegradable”. Pero ¿sabes qué significa eso exactamente?
Porque si no lo tienes claro, quizás esté dejando en el entorno natural algunos productos y materiales que piensas que son mucho más inofensivos de lo que en realidad son. Si quieres tener clara esta cuestión, no dejes de leer este post en el que te contamos qué es un producto biodegradable, qué ocurre con ellos y algunos ejemplos habituales.
¿Cuándo hablamos de un producto biodegradable?
Un producto biodegradable es aquel que puede descomponerse de manera natural en un periodo relativamente corto de tiempo gracias a la acción de microorganismos como bacterias, hongos y otros agentes biológicos. Este proceso convierte el producto en compuestos básicos como dióxido de carbono, agua y biomasa, sin dejar residuos tóxicos en el entorno medioambiental en el que se encuentra.
La clave del material biodegradable reside en que su estructura química es compatible con los ciclos biológicos, lo que permite su reintegración en la naturaleza sin provocar un impacto negativo duradero.
Es importante destacar que un producto biodegradable no necesariamente se descompone de inmediato tras ser abandonado. Su degradación depende de varios factores, como la temperatura, la humedad y la presencia de microorganismos adecuados. En condiciones ideales, estos productos pueden desaparecer en semanas o meses, pero si se depositan en entornos inadecuados, como en el fondo de un lago o en un desierto, su descomposición puede alargarse considerablemente.
¿Podemos tirar productos biodegradables entonces sin problema?
Abandonar un producto biodegradable en la naturaleza no está exento de consecuencias. Aunque su impacto no tiene nada que ver con aquellos residuos que son mucho más tóxicos o peligrosos, durante el proceso de descomposición de un producto biodegradable también pueden producirse impactos negativos.
Los restos de alimentos biodegradables (la pepita de una cereza, por ejemplo) pueden alterar los ecosistemas al atraer animales a zonas urbanas. O las bolsas de papel, que aunque son consideradas biodegradables, pueden tardar en descomponerse si no están expuestas a las condiciones adecuadas, y mientras tanto contribuyen a la contaminación visual y a la contaminación y la suciedad temporal del área.
En definitiva, aunque se trata de productos biodegradables, no podemos tirarlos sin miramientos allá donde consideremos, ya que entonces el volumen de residuos seguirá ejerciendo presión sobre los ecosistemas si no se manejan de forma adecuada.
¿Qué productos son biodegradables?
Algunos ejemplos comunes de productos biodegradables son el papel, el algodón, los restos de alimentos orgánicos (como cáscaras de frutas y vegetales), la madera, el cuero y ciertos bioplásticos elaborados a partir de almidón de maíz o celulosa.
¿Y qué pasa con el aceite usado para cocinar?
Aunque se derive de productos naturales (aceites vegetales) no se considera biodegradable y no se puede desechar de forma inapropiada, como vertiéndolo en el fregadero o en el inodoro ya que irá a parar a ríos y mares.
Si bien los componentes orgánicos del aceite pudieran llegar a descomponerse en ciertas condiciones de manera menos nociva, el proceso es extremadamente lento y puede causar graves impactos ambientales mientras tanto.
Cuando el aceite usado se tira en grandes cantidades, especialmente en sistemas de agua, genera una película en la superficie que dificulta la oxigenación de los ecosistemas acuáticos, lo que afecta negativamente a la flora y fauna. Además, el aceite puede obstruir sistemas de alcantarillado, contaminando fuentes de agua potable y afectando a los hábitats acuáticos.
Por eso, aunque el aceite es un producto natural, su desecho en la naturaleza sin un adecuado tratamiento no es sostenible ni seguro para el medioambiente. En lugar de desecharlo, lo ideal es reciclarlo a través de empresas como la nuestra que está autorizada para la recogida de aceite usado en hostelería en Madrid.
En conclusión, aunque los productos biodegradables se descomponen de forma natural y no causan un gran impacto en el medioambiente, su abandono irresponsable en la naturaleza también puede generar efectos negativos transitorios. Por ello, la correcta gestión de residuos sigue siendo esencial para minimizar cualquier impacto ecológico.